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Templo de Hécate

OI TdH

La Valentía de Vivir la Rueda, Tiné Estrella de la Tarde

 

Es bien sabido que  los wiccanos nos caracterizamos por la celebración y la sincronización con los ciclos naturales y las energías de la Naturaleza. Este aspecto no es exclusivamente nuestro, pues muchas tradiciones paganas en la antigüedad y en la actualidad continúan celebrando los equinocios y los solsticios. Más allá de un aspecto que nos defina, se conforma para nosotros como una verdadera forma de vida.

Cuando comencé mis estudios de Primer Grado en la Tradición Nativista Correlliana, ya había celebrado algún sabbat por mi parte, de forma individual, por supuesto. Mi acercamiento a estas celebraciones se incrementó a lo largo del estudio de este Primer Grado junto con la lectura de algunas  obras de Wicca que abordaban más completamente estas festividades.  Al principio parecía una mera celebración como la mayoría de las celebraciones contemporáneas, es decir, celebraciones que en muchos casos carecen de un verdadero trasfondo, o mejor dicho, sí existe esa profundidad, pero la sociedad no es consciente del verdadero pasado o motivo de celebración que se esconde detrás. Algo parecido me pasaba a mi en la celebración de mis primeros sabbats, hasta que con el tiempo me percaté de que en realidad hay un aspecto mucho más profundo en todas estas celebraciones. Como si se tratase de un circuito energético, detrás de cada celebración hay una corriente  muy profunda que  conecta a cada uno de los sabbats generando un círculo  que nunca tiene fin y se auto-perpetúa.

Ahora bien, el mayor descubrimiento que a mi parecer se puede llevar a cabo, es ser capaz de profundizar y engancharse a esa red energética, que como si de una corriente oceánica se tratase, va a llevarnos a experimentar lo que la Naturaleza siente de primera mano. ¿Cómo me he terminado de dar cuenta de este aspecto? Con el tiempo y echando un ojo a los grandes acontecimientos de mi vida, que casualmente, tras trabajar  esta conexión con las energías de los ciclos naturales, se corresponden a la perfección. Puede parecer un fenómeno precioso y bello (lo es), pero más allá de eso es un verdadero acto de valentía, puesto no es todo oro lo que reluce. Y si algo tiene que desaparecer de tu vida, va a desaparecer y va a encontrar la forma y el medio de hacerlo. Del mismo modo, sincronizarse con energías de renacimiento, principios y comienzos lleva también sentir el miedo y la confusión de estos primeros momentos. Es entonces, desde mi experiencia, un verdadero acto de valentía, porque una vez que las reconoces en tu interior y en tu vida, te marcan, y aunque podamos actuar de forma libre, ir contra corriente, es en la mayoría de las ocasiones insatisfactorio. En los ciclos o momentos asociados con el otoño, me repliego sobre mí mismo y mi vida parece hacer lo mismo. No digo que no avance, pero lo hace a otra velocidad, más lenta, más pausada. Con la llegada de Imbolc y de Ostara, parece que los proyectos y aquellas cosas que estaban en el tintero para comenzar, se activan de forma automática sin ni si quiera buscarlo (al menos conscientemente). No puedo hablar bien de los ciclos que conocemos como la estación de verano, pues por cuestiones personales, aún no he sido capaz de sintonizarme realmente con las energías que se mueven desde Litha hasta Lammas. ¿De qué estoy hablando? Hablo de que en ciclos y momentos que parten  de la expansión, la alegría, el regocijo o la plenitud, donde la fuerza y la energía del Astro Rey bañaba la tierra, en mi reino interior se sucedía un otoño interminable.

El hecho de escribir esta entrada era para reflexionar y compartir con vosotros mi experiencia, vista entonces como un verdadero acto de valentía. Ostara se ve y se siente en la Naturaleza. He visto ya brotes muy avanzados en la vegetación, incluso las primeras florecillas que tímidamente comienzan a abrirse con los cálidos abrazos del sol. Pero al margen de sentir y ver esa energía en la Naturaleza, también parece estar haciendo acto de presencia en mi vida. Donde actualmente parece que se produce un acto de renacimiento que conlleva ser verdaderamente valiente, pues los comienzos no siempre son sencillos y mucho menos los cambios que nos exigen una gran capacidad de adaptación. Como dice la canción: “Nadie dijo que fuera fácil”.

Aún es pronto (o no) pero…

¡Feliz Ostara a todos!

 

https://secretosdelbosqueblog.wordpress.com/2016/03/09/la-valentia-de-vivir-la-rueda/

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